Esta zona verde y de esparcimiento responde a un momento en que la villa crece exteriormente. Surgen así los jardines Felipe de Castro a finales del siglo diecinueve, bautizados con ese nombre por el busto sobre pedestal que preside la entrada y que representa al artista noiés nacido en el siglo dieciocho, escultor real en tiempos de Fernando VI y director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El busto en bronce se colocó a finales del siglo diecinueve y de la misma época son los grandes magnolios japoneses.
Con motivo de la celebración del Día das Letras Galegas, años dos mil tres y dos mil siete, se colocaron los bustos de dos escritores noieses: Antón Avilés de Taramancos, obra del artista Camilo Seira (dos mil tres), y María Mariño, obra de la artista Soledad Penalda (dos mil siete). Este espacio que habla de Noia como cuna artística también muestra un busto del músico noiés, cofundador del grupo Los Tamara que revolucionó la música gallega, Prudencio Romo. Dicha escultura fue realizada por el artista noiés Emilio Mariño.
A esta zona de jardines le sigue la Alameda que conocerá, con el tiempo, modificaciones. Gusta contemplar los bancos con respaldo de hierro en el que figuran los años de su fundición y colocación, los más recientes fueron renovados. El original suelo de arena fue cubierto en el año mil novecientos sesenta y ocho por un embaldosado, el de ahora fue renovado; el palco de la música se colocó en mil novecientos cincuenta y en mil novecientos setenta se crea el parque infantil de la Alameda.